sábado, 6 de abril de 2013

DECEPCIONADO

Mis expectativas eran otras,lo que yo esperaba , lo que quería era. estas y otras frases son la cara de la decepción pero en si:
para algunos



La decepción es un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen nuestras expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena. La decepción, si perdura, es un desencadenante para la frustración y más adelante, la depresión.Similar al arrepentimiento, se diferencia en que el sentimiento de arrepentimiento se enfoca básicamente en fallas en elecciones personales mientras que el de decepción se enfoca más en la insatisfacción proveniente del aspecto externo. Es una fuente de estrés psicológico.

la clave esta , en que realmente la decepción es y surge por el narcisismo de nuestra persona si nosotros no esperáramos, no nos decepcionariamos.

si no esperas nada de nadie , nunca te decepcionaras.
LA VIDA ES UNA CONSTANTE RULETA DE FRACASOS Y DECEPCIONES, DE TRISTEZAS Y DE LAGRIMAS SIN EMBARGO, TAMBIÉN EXISTEN LOS BUENOS RECUERDOS!!

Hoy no esperare nada de usted, para no decepcionarme , asi espero enamorarme y que me sorprendas con tus detalles , ohh espera otra vez espero algo de ti , en resumen me volveras a decepcionar, pero no es tu culpa es la mia, por tener mis expectativas puestas en ti, por confiarte lo mas importarte de un ser humano su esperanza, es como darte mi razon de vivir al menos por 1 segundo y asi el poder y derecho de destruirme.


miércoles, 3 de abril de 2013

YO NO ME ENAMORARE . ESO CREO.

Durante este tedioso y fácil viaje llamado vivir, he estado como muchos de nosotros enamorado de alguien o mas bien enamorado del amor, así es, según mi psquiatra hay dos formas de enamorarnos de una persona de su esencia y de su personalidad.

Enamorarse de la personalidad: Esta forma de amor es mas común de lo que creemos, debido a que todo tipo de amor inicia generalmente por esta forma, la forma en la que viste, lo que escucha, como se comporta, así mismo la superficialidad de su cuerpo.

Enamorarse de la esencia: Esta forma de amor superpone a la persona de la cual estamos enamorados por encima de nuestro propio cuerpo y beneficio, aquí nos enamoraremos de la luz de esa persona de no querer cambiarla simplemente implica aceptacion de cada una de las virtudes y defectos de esa persona.

En general es muy complicado poder desindir de uno u otro, es complicado saber cuando realmente estamos enamorados, por que estar enamorado implicara que nos volvamos débiles ya que la otra persona se convertirá en una base de nuestra propia existencia, en algunos casos mas que en otros.
Estar enamorado implicara una serie de sentimientos:

Celos: Es mitad falta de cesos y mitad inseguridad dice (Ricardo Arjona) yo creo que son naturales, es casi imposible para muchos no sentirlos es tener ese sentimiento de que esa persona es nuestra pero falta mencionar que si es nuestra es nuestra vida, solo hay que saber controlarlos.

Miedo: esta sensacional es difícil de explicar, es tener esa sensacion de perder algo que quieres, algo que te importa, te sientes impotente querrás meter a esa persona en una burbuja y evitar que algo le pase.

Felicidad: Obviamente esta sensacion que se centra en una alegria constante.

Tranquilidad: Ciertas cosas pierden el valor, me refiero a que podran pasar desastres pero al final del dia esa sensacion de que no importa como esten las cosas alguien esta contigo.

Todo esto implicara una sensacion de perdida de continuidad un minuto sin esa persona sera como 1 hora, mientras que 1 hora con esa persona sera como un minuto.

estos síntomas o confusiones sera mas y mas fuertes al tiempo que pasen los días, al tiempo que la veas a los ojos y entiendas que no hay nada mas importante que cuidarla, cuando cada vez que se valla de tu lado supliques por volver a verla, cuando solo sueñas en llevártela lejos de todo,cuando te pones nervioso a su lado y no sepas que decirle que hacer para que sepas que estas enamorado después de todo lo que he vivido doy gracias por eso por que me preparo para conocerla.

Este es un cuadro de enamoramiento y lo se por que asi me siento, me enamore de tu personalidad y de tu esencia. te amo Miriam. y asi me tienes........

martes, 22 de enero de 2013

Diploma a mi mismo

Cuando el mundo era sólo un planisferio para iluminar, lo único que deseabas era terminar la tarea y salir a jugar con tus vecinos, con los primos que vivían en la misma calle. Y sacabas tu bonche de estampitas para jugar volados o soltar frases como “te cambio las repetidas”. Yo era realmente bueno para los volados. Y nunca me dieron un diploma por eso…

Todo te parecía genial, como tocar el timbre de la casa de la esquina y echarte a correr para luego celebrar la travesura. O ir a casa de tu mejor amigo a ver caricaturas y hojear los cómics de su hermano mayor o armar las retas en el PlayStation. Había un chingo de cosas en las que yo sobresalía, pero parecían inútiles en el mundo práctico. Pero yo sentía que algún dios excéntrico un buen día me lo reconocería. Cuando la maestra de español nos enseñó a hacer metáforas y me felicitó por mi “facilidad para escribir bonito”, entonces entendí que era el más inspirado de mi clase, aunque las matemáticas me jodieran el promedio. Y empecé a escribirle poemas a la más linda del salón. Y nunca fue mi novia, pero Andrea se sentía soñada. Yo la hacía sentir única. Siempre he logrado eso, que las chicas se sientan especiales. Y tampoco me han dado un diploma por eso. Una tarde en que una chava se robaba un libro del Sanborns, cuando aquello de hurtar libros tenia un aire romántico, me intrigó saber por qué alguien se atrevía a tanto. Y me puse a hojear esa antología poética y fue que descubrí a Jaime Sabines, a Roque Dalton y otros autores que mis compañeros de secundaria ignoraban. Desde entonces colecciono rimas y otras maravillas en forma de libros. Desde luego, no hay quien otorgue reconocimientos por eso.
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Mientras mi infancia transcurría entre amigos y perros callejeros, fui muy chingón para un montón de cosas: como recordar los nombres de todos los estados del país, calcular la hora sólo con ver la posición del sol, trepar árboles, cambiar estampitas, meter golazos en el zaguán de la vecina, hacer mandados y quedarme con el cambio. Era yo un master de los videojuegos y tenía doctorado en atrapar lagartijas sin que se les cayera la cola. Y nadie, nunca, me premió por eso. Hoy sólo soy hábil en dos cosas: para hacerme pendejo y también para hacerles creer que no me hago pendejo. Con seguridad, eso tampoco es meritorio de algún diploma. Y los años fueron transcurriendo más rápido de lo que hubieras querido, dejando atrás una estela de añoranzas. Cuando eres un nómada, siempre queda poco espacio en el camión de la mudanza para las amistades duraderas. En mi familia siempre fuimos inquilinos temporales, cambiándonos de casa con demasiada frecuencia. Y en verdad que las mudanzas eran terribles, empacando hasta los recuerdos, así que bien merecería cuando menos una mención honorífica por eso. Ya en la adolescencia perfeccioné muchos trucos en la bicicleta y me empeñé en enamorarme de chicas imposibles que tenían novios con motocicleta. Y comencé a ser un soñador de tiempo completo, mientras vagaba en las tardes con mis dos mejores amigos, El Vampiro y Memo Herdez. Y ellos soñaban con tener un auto fabuloso, con sonido explosivo y bocinas hasta en la cajuela. Yo prefería imaginar que recorrería el mundo, seduciendo suecas y persiguiendo a The Cure por Europa. Si de soñar se trataba, yo merecía el diploma al más persistente.
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Como siempre sucede, en el camino se quedaron muchos amigos, como El Monaguillo y El Popochas, y conocí a nuevas amistades que más adelante también quedarían en el pasado. Hoy recuerdo sus rostros, las aventuras compartidas, las primeras borracheras, las coperachas para el cine, la facilidad con la que nos enamorábamos de la misma chica... Y sin reparos alguien me otorgaría un diploma por todo lo que he dejado en los senderos del pasado. Pocos amigos conservo, lo cual es digno de un estudio, ya que soy pésimo para demostrar afecto.
He trabajado duro, no he llegado tan lejos, y me he matriculado en diversos oficios. Lo mismo he sido obrero que defensor de causas perdidas, barrendero y velador, estudiante promedio, simpatizante de la izquierda, solidario con los que menos tienen, partidario de los vagabundos y detractor del más gris de nuestros presidentes. Hey, no sería mala idea plantarse frente al preciso para entregarle un diploma al más necio o al menos humilde y hasta por los discursos más inútiles en sexenios. Pero bueno, eso es otro tema. Y también he sido el feroz crítico de mis peores defectos, “el artesano de mi lado más malvado y el arquitecto de mis lados incorrectos” como dice Andrés Calamaro. Y también, siguiendo los preceptos de Andrelo,
“soy inocente de tu lado más culpable,
pero el culpable de tu lado más caliente...

Soy vagabundo de tu lado más profundo
y por un segundo de tu cuerpo doy el mundo”.
Y aún así, no creo que alguien me tenga reservado un sitio en el cuadro de honor. Y me he especializado en esgrima verbal, soy maestro del sarcasmo, pero eso no califica para El hombre del año. Si de mezclar malicia con ironía se trata, creo tener la fórmula perfecta. Lástima que no se pueda envasar ni negociar con ella. Así que tendré que dosificarla, a cuentagotas, en este Manual para canallas. Y no espero medallas a cambio, me conformo con sus sonrisas de complicidad cada jueves por la mañana. En resumidas cuentas, haciendo cálculos, bien merezco un diploma al más imbécil. Por todo lo que no he valorado, por no entregarme por completo a la mujer que quiero, por visitar poco a mi madre, por todos los “te quieros” que me he guardado ante mis hermanos, por empeñarme en sabotear mis mejores proyectos, por arrumbar algunos sueños, por seguir postergando ese mochilazo hacia Italia con Champions League incluida, por tantos y tantos errores cometidos, por no escribir un libro de poesías, por la simple razón de que no me cuesta trabajo ser un idiota, por haber sido tan cretino en algunas relaciones amorosas. Sí, en definitiva, merezco diploma y medalla al más imbécil. Porque siempre lo he sido ante las mejores oportunidades de la vida, porque he perdido la capacidad de soñar, porque estoy extraviando la poesía en lo poco que escribo, nomás porque me queda perfecto el traje de cretino, y también porque me sobra arrogancia y suelo ser soberbio con los que me quieren sin reparos. Por eso y mucho más, bien podría ser considerado El imbécil del año... del presente y también del pasado